Renunciar a un trabajo que llena en lo profesional pero que va en contra de la salud y de la paz espiritual..., es una decisión que quizás algunos pocos toman a consciencia, pero otros como yo, lo hacemos luego de vivir experiencias contrastantes de vida, que nos llevan a un abismo e incluso a estar cerca de la muerte.
En éstas épocas de pandemia, donde la mayoría de los seres humanos hemos adoptado esquemas de trabajo en casa, la separación entre la vida laboral y personal se hace invisible. Y aunque cada ser humano debiera ser capaz de separar espacios y tiempos, la tecnología, la hiperconexión, la consecusión de logros... son tentaciones que, para personas adictas al trabajo, no somos capaces de manejar y eso va en contra del equilibrio de nuestra vida.
Empecé a trabajar desde los 17 años como digitadora de un censo de demanda en la ciudad de Popayán, en ese momento supe lo que significaba recibir dinero por tiempo y dedicación; y desde los 19, aún estudiando mi carrera de ingeniería electrónica y telecomunicaciones contaba con un trabajo fulltime como jefe de facturación y jefe de tecnología de información en una empresa de telecomunicaciones; eso me exigía trabajar hasta muy tarde en la noche e incluso muchas veces pasar derecho sin dormir.
Entonces, mi cuerpo aprendió de esas experiencias de trabajo desgastante y estrés desde que yo era muy joven, porque obtenía a cambio, además de un buen sueldo, logros y reconocimientos en el medio de tecnología, que no es fácil siendo una joven mujer ingeniera. Esa conducta adictiva de trabajo me ha acompañado por toda mi vida y ha ido en contra de mi salud y de mi paz espiritual.
Varias veces mi cuerpo me ha enviado alertas de parar por trabajo excesivo o trabajo que no me llena y me causa emociones negativas o en bajas vibraciones, como lo llama mi coach espiritual. La primera vez fue a mis 23 años en una empresa donde trabajaba en algo que no me gustaba, con un ambiente laboral tóxico... pero, por querer demostrarle al mundo que yo podía hacerlo (vuelve el ego de los resultados y logros) me quedé 5 años... hasta que tuve una lesión de rodilla a finales de 2002 que me obligó a quedarme incapacitada en casa por 4 meses, tiempo en que reflexioné y en 2003 tomé la decisión de renunciar.
Luego, a mis 33 años logré otro trabajo en una empresa de telecomunicaciones con un rol importante y ejecutivo, era Directora de Proyectos de TI, con más de 200 personas a cargo (entre personal de planta y contratistas), sin embargo, el ambiente laboral era demasiado denso, además del estrés normal de las respondabilidades técnicas, un jefe tóxico, algunos colaboradores que no hacían nada, pero que por leyes sindicales no se les podía exigir, una cultura de no medición y de conformismo... entonces me empeñé por cambiarlo durante 4 años de mucho sufrimiento y lágrimas, y como consecuencia me llevó a somatizarlo en un gran tumor (por fortuna benigno) pero que dañó mi aparato reproductor, y que a la larga me impidió tener hijos en esta vida... experiencia bastante dolorosa por cierto. Y en 2009 volví a renunciar para empezar una nueva vida y trasladarme de ciudad.
Y luego de casi 10 años dedicada a la consultoría en innovación, estrategia y marketing, siendo empresaria y trabajando mayormente desde casa, a mi ritmo, haciendo sólo lo que me apasionaba... logrando el famoso equilibrio anhelado TRABAJO vs VIDA... en 2020 y a mis 43 años, acepté de nuevo un trabajo súper ejecutivo en el sector público, liderando un area de tecnología, ciencia e innovación; bastante retador y apasionante, pero lejos de mi hogar y con una carga laboral muy fuerte porque inició justo 2 meses antes de pandemia; entonces volví a enfocarme solo en el trabajo y me olvidé de mi salud, de dormir, de comer y de mi familia... y aunque los logros obtenidos en ese trabajo fueron impresionantes, el legado, el impacto a la comunidad como nunca antes en esa cartera... la consecuencia en mi salud y paz espiritual, fue casi devastadora cuando me atacó en diciembre de 2020 el virus COVID19 y me llevó a una UCI con respiración mecánica varias semanas, con cuadros clínicos que me tuvieron al borde de la muerte, sometida a varias cirugías delicadas y un sufrimiento muy profundo por alrededor de 3 meses... Por supuesto, la decisión después de vivir esta nueva experiencia tan dolorosa.... fue renunciar de nuevo a ese cargo, lo que ocurrió recientemente.
Mi reflexión después de tantas experiencias contrastantes relacionadas con el equilibrio entre el trabajo y mi vida, es definitiva... Sí se puede trabajar equilibradamente, pero sin olvidarnos que vinimos a esta vida a APRENDER A SER FELICES, a disfrutar lo básico, a compartir en familia, lo hice por 10 años pero volví a caer en la tentación del trabajo productivo, del cargo ejecutivo y de impactar a la humanidad, de la mujer ingeniera maravilla y todopoderosa... a costa de olvidarme de lo mas importante.... de mí.
Hoy hago un llamado a los líderes de las empresas, a estar muy atentos a sus colaboradores, para que no pasen por lo mismo que tuve que vivir... está comprobado por varios estudios que esta pandemia ha generado más agotamiento físico en los teletrabajadores. En el siguiente análisis realizado por Microsoft "Uno de cada cinco encuestados globales dice que a su empleador no le importa el equilibrio entre el trabajo y la vida. El cincuenta y cuatro por ciento se siente con exceso de trabajo. El treinta y nueve por ciento se siente agotado". Por lo tanto, es clave para los empleadores promover espacios de esparcimiento de los colaboradores con las familias, momentos de disfrute y de gozo, al margen de las responsabilidades del trabajo. Sino, muchos trabajadores terminarán su vida muy enfermos, muertos por un infarto o en el peor de los casos, en suicidios por estrés.
Hoy, gracias a que trabajo desde muy joven, he sido productiva y juiciosa con mi economía y a que cuento un esposo que me apoya, hemos logrado independencia financiera... tengo la dicha de decidir dejar de trabajar varios meses, sólo para dedicarme a rehabilitar mi salud, a disfrutar en familia, a escribir un nuevo libro, a tocar piano y a VIVIR!!! lamentablemente muchos seres humanos no tienen esta posibilidad.
Muchos me preguntan en qué voy a trabajar a futuro... como si eso fuera lo único importante; por ahora, sinceramente no lo pienso, estoy dedicada a vivir el presente, pues esta vida es muy corta... hoy estamos vivos y mañana no... Es muy posible que vuelva a mi época de consultora, formadora especializada y conferencista, puesto que me apasiona y ya se cómo en este trabajo, gestionar con equilibrio mi vida...
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