Los seres humanos somos entidades complejas que hacemos parte de las organizaciones que enfrentan procesos de transformación digital, sin embargo, vemos cómo los Directivos generalmente priorizan el software, el hardware o la infraestructura física que yo llamo coloquialmente “los cacharros“, cuando lo más importante es: ¿Cómo las personas van a adaptarse a los cambios que conlleva una transformación digital? y más aún, ¿cómo van a adoptar las nuevas tecnologías que cambian a veces por completo la forma en la cual venimos desarrollando los procesos al interior de las organizaciones ?
Esa es la razón por la cual hoy en día, se dan la mayor parte de los fracasos en la implementación de procesos de transformación digital en las empresas.
Pero es que un cambio de mentalidad en los seres humanos no solo requiere inversión económica en entrenamiento, sino tiempo, más si tenemos en cuenta que hoy las organizaciones están compuestas por diferentes generaciones, cada una con motivaciones y formas de hacer las cosas diferente.
Por ejemplo: si hablamos de dos generaciones diametralmente alejadas y opuestas como los Millennials y los Baby boomers… Estos primeros (nacidos entre 1981 y 1993) son motivados por la SOCIALIZACIÓN Y EL DISFRUTE, nunca estarán en una compañía que los quiera atar o controlar en exceso, o donde no se sientan capaces de entregar su máximo potencial, mucho menos si sus procesos no se encuentran a la vanguardia tecnológica y son en su mayoría digitales; en este caso espacios abiertos de co-creación, teletrabajo y tareas medidas por resultado más que por tiempo dedicado, son las que mayormente los motivan, pero en contraposición están los baby boomer (nacidos entre 1956 a 1964) quienes en su mayoría tienen serias barreras de adopción tecnológica, dificultad y desconocimiento en uso del móvil o la tecnología para optimizar las tareas y que los motiva el ORDEN Y LA ESTRUCTURA. Generalmente son colaboradores que llevan muchísimos años en las compañías haciendo las cosas de la misma manera, son bastante adversos al cambio y con miedos profundos de ser reemplazados por las nuevas generaciones.
El gran reto de las organizaciones es unir en los proyectos de transformación digital las fortalezas de colaboradores de dos mundos tan lejanos, por un lado, la EXPERIENCIA del baby boomer y por el otro la ADOPCIÓN DIGITAL de los Millennials. Y esto supone para las áreas de Talento Humano un esfuerzo importante desde el proceso de selección, políticas de retención y la apertura de espacios colaborativos de aprendizaje donde ambas generaciones participen, reconozcan lo mejor de la otra y co-creen con base en sus fortalezas.
Los conceptos de tecnologías de la 4ta revolución industrial como IA, VR, BLOCKCHAIN, IoT e incluso la misma nube, con la que convivimos hace tanto tiempo, son complejos de entender por la mayoría de baby boomers, mientras que metodologías, negocios y estabilidad, son conceptos que para un gran porcentaje de los Millennials, no tienen mucho sentido.
Por otro lado, y al margen de las distancias que separan a estas generaciones, también es cierto que cada ser humano es un mundo aparte y que no todos somos buenos para todo. Este es un error que a menudo encuentro en las empresas que asesoro, donde personas se desgastan en los cargos incorrectos por malas decisiones gerenciales y entorpecen los procesos de transformación digital.
Así pertenezcamos a una generación específica, todos desarrollamos gracias a nuestra formación académica, entorno familiar y social, competencias diferentes y estilos de liderazgo que no se ajustan a todos los procesos o cargos dentro de una organización.
En este recorrido, he encontrado que una de las competencias clave común a profesionales que han motivado procesos de transformación digital exitosos, es la RESILIENCIA. Hoy todo cambia muy rápido y nos enfrentamos a pruebas importantes que en general nos obligan a salir de nuestra zona de confort, a sentir miedo porque que no sabemos todo o nos volvemos improductivos. La resiliencia desde la piscología y según la definición de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en el ámbito empresarial, no solo se trata de la capacidad de afrontar las crisis generadas por el exceso de competencia, la baja en ventas, la pérdida de competitividad, cambio de regulación que atente contra nuestro negocio, sino el ser innovadores para generar ideas e implementar planes que lleven a salir fortalecidos de estas situaciones adversas.
La resiliencia radica entonces en el uso adecuado de los recursos psicológicos con los cuales contamos para adaptarlos a las nuevas condiciones y que esto nos lleve a un crecimiento personal, profesional y por supuesto el desarrollo de un potencial que antes de la crisis o ante la ausencia de ella, no hubiéramos desarrollado.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que quizás han tenido que enfrentar desde su núcleo familia eventos que los han llevado a sobreponerse, han sufrido pérdidas en el campo personal o profesional que las llevaron momentáneamente al fracaso pero que salieron fortalecidas y siguieron adelante con más valor y aprendizaje.
Por lo anterior, si una empresa va a iniciar un proceso de transformación digital, recomendaría en primera instancia detectar las personas dentro de su organización que son más RESILIENTES para que lo lideren y contratar personas con esta competencia clave en la era digital.
¿Cómo reconocer a las personas resilientes?
Este tipo de personas tiene varios comportamientos que son fácilmente reconocibles:
Creatividad en exceso: siempre encuentran una solución creativa a los problemas y nunca dan un no como respuesta.
Positivismo: Son personas altamente positivas, siempre miran el vaso medio lleno y no medio vacío.
Conciencia: Reconocen sus fortalezas, pero también sus debilidades y trabajan a diario por ser mejores. Disfrutan el presente y lo viven al 100%, se alejan del pasado y proyectan el futuro.
Autocontrol: Aunque son muy objetivas y centradas, nunca intentan controlar al otro o a las situaciones, si no las emociones propias que les genera el entorno.
Flexibilidad: Son extremadamente fuertes y decididas en sus propósitos, pero se adaptan fácilmente a las situaciones, como las guaduas con el viento…
Toma de decisiones: Con la consciencia de la velocidad del mundo, toman decisiones rápidas así sean arriesgadas, pero siempre con una base analítica.
Ayuda: Reconocen que no pueden resolverlo todo solos y cuando enfrentan una situación compleja que se les sale de las manos, buscan ayuda externa y profesional para salir a flote.